Karen Abudinen
Hoy no te matan con un tiro, sino con un trino

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Hoy no te matan con un tiro, sino con un trino

Cuando las redes sociales se convierten en armas de matoneo y destrucción emocional.

En un mundo donde la tecnología ha tejido una red de interacción inmensa y constante, ¿quién podría haber anticipado que estas mismas redes se transformarían en campos de batalla emocional?

En la era digital, las conexiones virtuales parecen infinitas, y las amistades nacen con un simple clic. Podríamos pensar que la empatía y el respeto prosperarán en igual medida. Sin embargo, surge un oscuro contraste que muestra una preocupante verdad: las mismas redes sociales diseñadas para unirnos están siendo usadas para destruirnos.

Hace tres meses, una noticia estremecedora sacudió a Antioquia. Una niña de apenas 14 años decidió poner fin a su vida debido al ciberacoso que estaba enfrentando. Pero, lamentablemente, esta no es una historia aislada. En abril de este mismo año, salieron a la luz dos casos más de suicidio en menores de edad, ambos relacionados por un denominador común: el matoneo virtual.

Forma parte de mi compromiso resaltar  temas importantes que requieren nuestra atención y reflexión, por eso, a partir de ahora, estaré dialogando con ustedes sobre este tema y reflexionando sobre cómo podemos devolver a nuestras interacciones digitales un sentido de humanidad y compasión.

Hoy no te matan con un tiro, sino con un trino

Las redes sociales, que en algún momento prometieron una nueva era de conexión y comprensión, se han convertido en espacios donde las palabras hirientes y las acciones crueles encuentran terreno fértil.

Todos estamos familiarizados con el matoneo o bullying. Reconocemos su naturaleza en los entornos escolares y en los espacios físicos, siendo conscientes de lo dañino y peligroso que puede ser. Pero lo que deseo reflexionar va más allá y ha permanecido en silencio durante demasiado tiempo: me refiero a lo que yo llamo ‘lapidación digital’.

Cuando el matoneo se traslada al ámbito digital a través de las redes sociales y adquiere proporciones masivas, lo que enfrentamos es la lapidación digital. Este término es crucial, ya que busca crear conciencia sobre la gravedad del asunto. Esta forma de violencia psicológica, verbal y no verbal involucra a una persona o a un grupo de personas que son sometidas a palabras hirientes, chistes mordaces, chismes destructivos, insultos y difamación. El impacto es tan devastador que, en muchos casos, ni siquiera somos capaces de recordar que detrás de cada perfil o imagen hay una persona real con sentimientos, vida y familia. Es tan fuerte que puede llevarnos a la muerte, como los casos que presenté al inicio.

El término ‘lapidación’ denota matar a pedradas. Aquí radica su relevancia, porque aquellos que participan en este denigrante acto lo hacen de manera constante, aunque en lugar de piedras, arrojan insultos. Se enfrascan en pisotear, mentir, humillar, amenazar e incluso incitar a la violencia contra alguien a través de las redes sociales.

Lapidación digital

El matoneo virtual no solo afecta a las personas, sino que también se ha convertido en una amenaza para las marcas y empresas. La viralización de críticas negativas y comentarios destructivos puede poner en jaque la reputación y la imagen pública de una marca. Lo que antes se limitaba a conversaciones privadas ahora se amplifica en la esfera pública, exponiendo a las marcas a un nivel de escrutinio inimaginable.

La lapidación digital enfrenta cuatro grandes problemas:

  • Masividad: no se limita a unas pocas personas; toda una ciudad o incluso un país puede difundir una imagen y atacar de manera insistente y ofensiva el nombre de una persona o la marca de una empresa.
  • Anonimato: quienes llevan a cabo el matoneo digital se esconden detrás de la protección de una pantalla y un teclado. La falta de regulaciones y la sensación de impunidad que brinda el entorno virtual hacen que los matoneadores se sientan libres de desatar su crueldad sin consecuencias visibles.
  • Viralidad: la velocidad a la que el matoneo digital puede propagarse es alarmante. Un meme dañino o una falsa noticia pueden recorrer un país en cuestión de horas.
  • Aceptación social: lo que es aún más preocupante es que la lapidación digital está siendo socialmente aceptada y normalizada. Por absurdo que parezca, esta forma de violencia es tolerada, aceptada, promovida e incluso causa risa.

Concluyo con algunas reflexiones:

  • La lapidación digital debe ser cuestionada y al menos recibir una sanción social.
  • El matoneo digital debe dejar de ser tomado a la ligera.
  • Este tipo de violencia puede tener un impacto devastador en la salud mental de las personas afectadas. Las palabras hirientes, los insultos y las amenazas pueden generar ansiedad, depresión, baja autoestima y otros problemas emocionales y físicos graves. En el caso de una marca responsable, puede llevar a la destrucción de una compañía, y detrás de esto, la destrucción de muchos sueños.
  • No solo afecta a las víctimas directas, sino que también puede influir en relaciones interpersonales más amplias, como familias, amigos, empleados de empresas, clientes, entre otros.
  • La lapidación digital no es solo un problema individual; tiene efectos graves en la cohesión social. Es una bola de nieve que desencadena más violencia.

Reflexionar sobre estos problemas es esencial para comprender la magnitud del impacto y trabajar juntos para frenar la propagación de este fenómeno destructivo.

Los invito a asumir la responsabilidad de nuestras palabras y acciones en los entornos digitales para que seamos conscientes de que cada comentario que hacemos, cada mensaje que enviamos y cada interacción que tenemos en línea tiene un impacto real en las personas.

Este es solo el comienzo de una labor más amplia que planeo llevar a cabo sobre este tema. Si bien el bullying escolar y sus efectos en los niños se discuten con frecuencia, en la era de las redes sociales, las figuras públicas y los adultos en general también son vulnerables. El alcance masivo de las plataformas digitales trae consigo una nueva dimensión de desafíos que debemos enfrentar y abordar colectivamente.

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