Karen Abudinen
De Likes a Linchamiento digital

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Cancelando la cultura de la cancelación

¡Hola a todos!

¿Recuerdan el último blog que les hablé sobre la lapidación digital o mejor conocido como el ciberbullying? Bueno, si te perdiste la primera parte, ¡no te preocupes! Estamos de vuelta con la secuela.

Imagina esto como el segundo capítulo de tu mini serie favorita, solo que en lugar de dramas ficticios, estamos trayendo a colación temas reales y relevantes del mundo de las redes sociales. Ya hemos establecido las bases, y ahora es el momento de profundizar, reflexionar y encontrar diálogos que aporten para encontrar soluciones en esta historia digital.

Así que, si alguna vez te has preguntado por qué tu feed de redes sociales parece un campo de batalla, has sentido que tus energías se drenan al ver tanto odio en las distintas plataformas o si te has cuestionado sobre el impacto de tus propias acciones en línea, estás en el lugar correcto.

Hoy, en esta continuación, nos adentraremos aún más en los efectos de la lapidación digital con temas como la cultura de la cancelación y los algoritmos. Así mismo, revisaremos cómo la falta de empatía y la velocidad de la información han creado un escenario peligroso en el que la realidad y la percepción se confunden.

Heridas Digitales

El ciberbullying es el arma que personas utilizan para herir a través de la pantalla. Pero, ¿quiénes son sus víctimas? Aquí es donde las líneas se desdibujan. Cualquier persona, desde celebridades hasta ustedes mismos que me están leyendo, puede encontrarse en el punto de mira de este acoso digital. Las redes sociales se han convertido en un escenario donde insultos y amenazas como «tienes que morir» o «eres la peor persona del mundo» se lanzan sin piedad.

En un abrir y cerrar de ojos, una persona puede encontrarse en el centro de una tormenta digital, enfrentando el escrutinio público y las críticas despiadadas debido a un comentario, un error o alguna acción mal interpretada. Pero en medio de esta vorágine, es esencial que recordemos una verdad fundamental: todos somos humanos y no se puede encasillar a las personas en una misma caja.

Juicio público despiadado

La cultura de la cancelación, en su forma más extrema, busca borrar a quienes han cometido errores en el pasado o incluso, sin haberlos cometido, son calumniados y difamados. Sin embargo, esto va más allá de la rendición de cuentas y cae en el linchamiento digital. Se propaga rápidamente, impulsada por la indignación y la rapidez de las redes sociales. Pero aquí es donde la ironía se manifiesta: ¿qué sucede cuando la cultura de la cancelación cancela la oportunidad de opinar, dialogar o incluso aprender, crecer y evolucionar? Considero que ese es uno de los grandes problemas de esta nueva cultura, pues al parecer no hay espacio para matices, no hay espacio ni siquiera para la redención o para las segundas oportunidades, para rectificar errores, o para mostrar la verdad desde otra cara de la moneda.

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Uno de los casos de figuras colombianas más destacados de la cultura de la cancelación es el del reconocido reguetonero J Balvin quien enfrentó críticas después de que se conocieran algunos de sus comentarios en redes sociales y entrevistas. Algunos usuarios lo acusaron de ser insensible hacia ciertos temas o de mostrar una falta de empatía en sus declaraciones. La cancelación en línea se manifestó en forma de tendencias masivas, hashtags y mensajes de odio dirigidos hacia él. Este episodio ilustra cómo las redes sociales pueden convertirse en un campo de batalla donde las opiniones divergentes pueden llevar a la cancelación de figuras públicas, incluso cuando intentan disculparse o explicar sus comentarios.

El Dilema de los algoritmos y la burbuja de la confirmación

En el corazón de este problema está la forma en que las redes sociales manejan nuestros datos y alimentan el contenido a través de algoritmos. Estos algoritmos nos rodean con opiniones similares, creando una burbuja de confirmación que refuerza nuestras creencias existentes y oculta las diferentes perspectivas. En este entorno, el debate se desvanece y la empatía se debilita. Opiniones sobre una persona que en algunas ocasiones pueden ser falsas, se comienzan a volver “verdaderas” en un imaginario creado por los constantes ataques y la configuración de los algoritmos que luego evocan la cultura del odio.

Lo que se muestra o se dice, no siempre es lo que parece

En este mundo digital, no todo es lo que parece. Detrás de cada pantalla hay una persona con una historia, experiencias y emociones. La cultura de la cancelación y el ciberbullying pasan por alto esta humanidad compartida.

En lugar de cerrar la puerta al diálogo y al entendimiento, debemos recordar la importancia de la empatía, la escucha activa y el respeto por la diversidad de opiniones.

El ciberbullying y la cultura de la cancelación son dos caras de la misma moneda en el mundo de las redes sociales. Para avanzar hacia un espacio en línea más saludable y compasivo, debemos reconocer la complejidad de la experiencia humana y estar dispuestos a conocer las distintas perspectivas, tampoco comerse el cuento de todo lo que se dice. Solo entonces podremos escapar de la burbuja de la confirmación y abrazar la diversidad de perspectivas que enriquecen nuestra comprensión del mundo.

¡Recordemos el poder de lo que decimos, las palabras pueden sanar o acabar con vidas!

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