Karen Abudinen
El Bullying no es una excusa

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Rompiendo con los ciclos de violencia

El bullying es un tema que, lamentablemente, ha estado presente en el ámbito escolar durante generaciones. Cada año, numerosas historias salen a la luz sobre el sufrimiento de las víctimas, pero ¿alguna vez nos hemos detenido a pensar en las secuelas que deja en quienes lo practican? Recientemente, un fallo histórico de la Corte Suprema de Justicia en Colombia arrojó una mirada sobre este asunto y nos invita a reflexionar sobre el alcance del bullying y su impacto en todos nosotros.

El fallo de la Corte Suprema: un punto de inflexión

El fallo de la Corte Suprema que condenó a un joven por actos de bullying representa un hito en la lucha contra el acoso escolar. Si bien la Corte no calificó el bullying como un delito en sí mismo, estableció que las conductas de matoneo pueden alcanzar un nivel de gravedad que las convierte en delitos punibles según las leyes ya existentes. Esta decisión nos recuerda que el acoso escolar no solo tiene impacto en las víctimas, sino también en quienes lo perpetran.

Cultura Agresiva

¿Qué lleva a los agresores a cometer actos de bullying, o incluso actos de violencia física? Los expertos señalan que, en muchos casos, son víctimas de la misma cultura agresiva que practican. Han crecido en un entorno donde la violencia se normaliza, y la respuesta común ante los conflictos es responder con más violencia para no «dejarse». Este comportamiento puede llevarlos a incurrir en acciones punibles, como lo reconoció la Corte Suprema.

Esto se refleja en la respuesta violenta a situaciones de conflicto, a menudo justificada por la edad o la falta de gravedad del bullying.

El problema fundamental radica en la percepción errónea de la violencia como una forma de resolver problemas o de ganar respeto. En lugar de aprender a comunicarse de manera efectiva, a resolver desacuerdos de manera constructiva o a comprender las consecuencias de sus acciones, estos jóvenes pueden verse atrapados en una mentalidad de «todo vale» en la que la agresión se convierte en la norma.

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Es fundamental que reconozcamos la importancia de desafiar esta cultura agresiva. Educar a los jóvenes sobre la resolución de conflictos, la empatía y el respeto mutuo es esencial para romper el ciclo de la violencia

El bullying no es una excusa.

El bullying no debe servir como excusa ni justificarse en ningún contexto.

Que quede claro: ¡Quien justifica el matoneo, perpetúa acciones de violencia!

A menudo escuchamos frases como «es algo de la edad» o «hoy en día somos una generación de cristal», e incluso recordamos tiempos pasados en los que el acoso se minimizaba con un «en mi época, también pasaba y no era gran cosa». Pero, ¿realmente no era gran cosa? ¿Comprendemos verdaderamente el dolor que esa persona vivió y las cicatrices que quedaron en su interior? El tiempo no cura todas las heridas, y las secuelas emocionales pueden persistir durante décadas. Además, es importante recordar que la generación actual no está creando el problema, está llamando la atención sobre algo que ha estado construyéndose durante años.

 Perpetuar la violencia o justificar el bullying es perpetuar un ciclo destructivo que debemos romper.

El ciberbullying también requiere de una regulación

Como parte de mi compromiso en abordar el grave problema de la lapidación digital, es esencial reconocer que el bullying no se limita a las aulas, pues también ha migrado al entorno digital. Las redes sociales han brindado un escenario propicio para la crueldad en línea, donde los actos de acoso y la violencia psicológica encuentran su lugar. Cada vez más, se están formando agresores anónimos y crueles en línea, personas que, aunque se encuentran detrás de una pantalla, generan un daño psicológico profundo.

Además, la cultura del odio que a veces se fomenta en línea puede convertir a estas personas en individuos propensos a generar violencia física.

Es importante comprender que todas las formas de violencia son igualmente preocupantes y dañinas. Por tanto, es fundamental que sigamos abogando por una mayor regulación y conciencia tanto en las escuelas como en las redes sociales. La educación y la empatía siguen siendo nuestras herramientas más poderosas para combatir esta lacra social.

El desafío de las palabras que sanan

Es hora de tomar acción. Invito a todos a unirse a un movimiento de empatía en línea. Por cada comentario negativo que veas en las redes sociales, haz uno amable y alentador. Las personas que lo leen te lo agradecerán de corazón porque las palabras tienen el poder de sanar y unir.

No subestimemos el impacto positivo que podemos tener al elegir la bondad sobre la crueldad en línea.

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