Karen Abudinen
La elección libre de ser mujer

Hace varios días, escuché el término «solterona» y me di cuenta de lo despectivo que puede llegar a sonar en ciertos contextos, cuando se etiqueta a personas, especialmente a las mujeres, como fracasadas.

Esto me llevó a reflexionar sobre el estereotipo arraigado en relación a las mujeres con más de treinta, solteras, que no han encontrado una pareja o no la quieren, y a las que no han tenido hijos o no quieren tenerlos. Como mujer que cumple alguno de estos puntos, sentí la necesidad de alzar mi voz y abordar este tema con ustedes.

En una sociedad que tiende a definir el éxito femenino en función de roles tradicionales, es crucial detenerse y analizar las diferentes elecciones de vida que existen para las mujeres.

A lo largo de los años, las expectativas sociales han moldeado nuestra comprensión de lo que significa ser una mujer exitosa. Las normas tradicionales dictan que las mujeres deben casarse, formar una familia y equilibrar su vida profesional con las responsabilidades del hogar. Sin embargo, cada una de nosotras es un individuo con deseos y metas únicas, y estas expectativas no se ajustan a todos los casos.

Por eso, quiero compartir mi experiencia. En mis cuarenta, vivo mi vida bajo mis propios términos, soltera, pero haciendo lo que siempre he querido desde muy pequeña: servir a los demás.

Crecí en Barranquilla, una ciudad que amo profundamente, pero como en toda sociedad machista, ser mujer ha sido todo un desafío. Mi prioridad ha sido encontrar mi felicidad en proyectos de vida distintos a los que suelen tener muchas mujeres. Con mi edad he optado por un camino diferente al convencional. No he encontrado un compañero ni he experimentado la maternidad, pero todos los días le entrego mi amor y protección a Gaby que es como un hijo que me dio la vida. Con eso estoy bien.

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También, mi viaje ha estado lleno de oportunidades de crecimiento personal, desarrollo profesional y la posibilidad de enfocar mi tiempo y energía en mis propios intereses y pasiones. Adoro a mis sobrinos y encuentro felicidad pasando tiempo con ellos. He tenido parejas en el pasado y hemos seguido caminos separados. Con todo esto, no me considero menos valiosa o exitosa, todo lo contrario, y este es el mensaje que quiero transmitir a todos.

Celebro a todas las mujeres valientes que se atreven a desafiar los estereotipos impuestos, pero también respeto a quienes optan por lo contrario. Admiro a aquellas que eligen ser madres, quedarse en casa para cuidar de sus hijos, o salir a trabajar todos los días con las responsabilidades del hogar y su rol de madre y esposa, como lo hace mi hermana Jousse. También admiro a las madres solteras y a todas las mujeres independientes que defienden quiénes son y transitan por la vida con convicción, enfrentando los obstáculos que se les presentan sin dejar que nada las detenga.

No debemos olvidar que tenemos el derecho de cambiar de opinión y de elecciones las veces que consideremos necesarias, sin temor a ser juzgadas. Hoy hemos decidido una cosa o la vida nos ha llevado por ciertos caminos (porque no siempre es una elección), pero mañana todo puede cambiar. También es muy válido.

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Se que no es fácil y que romper con muchas barreras sociales y mentales lleva tiempo. En este proceso, se requiere mucho trabajo de amor propio, que es un camino complejo pero necesario para todas nosotras. Aunque puede sonar fácil decir que no nos importan las opiniones de los demás, lo cierto es que muchas veces importan. Sin embargo, trabajar en nosotras mismas nos permite definir verdaderamente lo que nos gusta y aceptarnos como somos. Es el camino para amar a la mujer que somos y mirar con buenos ojos a las demás.

Apoyarnos y aceptarnos más es el verdadero empoderamiento femenino. Cada mujer tiene el derecho de ser quien quiera ser y de construir su propia felicidad.

Reconocer la diversidad y la valentía de las elecciones individuales es esencial para construir una sociedad más inclusiva y empoderada. Invito a todos los lectores a reflexionar sobre sus propias expectativas y prejuicios, y a unirse en apoyo a todas las mujeres, sin importar cuál sea su camino en la vida.

¡Se la mujer que quieras ser!

Hoy, mi versión de Karen es una mujer inteligente, soltera, comprometida en servir y transformar vidas. Mañana, quién sabe qué depara el futuro. Lo importante es seguir siendo fieles a nosotras mismas y permitir que nuestra vida se desenvuelva de acuerdo con nuestras propias elecciones.

PD. Me encanta hablar de temas de mujeres y espero seguir compartiendo con ustedes más reflexiones como estas.

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