Karen Abudinen
Una Puerta para la Edad de Oro

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En la transición entre el mes de las madres y el de los padres, celebraciones de gran valor para nuestra sociedad, hoy me animé a escribir sobre unos seres maravillosos que son claves para el tejido social de Barranquilla: me refiero a los adultos mayores, a quienes llamamos amorosamente abuelitos y abuelitas.

Aunque cada vez contamos con abuelos más jóvenes, que desempeñan también un papel muy importante en la sociedad, hoy quiero hablar de los de más avanzada edad. De aquellos que son guardianes de nuestras tradiciones y nuestra cultura, y que llenan de alegría y conocimiento nuestros días con sus historias, conocimiento y liderazgo.

Porque contrario a lo que muchos creen, ser un adulto mayor no significa ser una persona pasiva, que se queda sentada y expectante, esperando que los demás protagonicen la vida. La realidad de nuestra ciudad nos demuestra que cada vez más adultos mayores están llevando una vida activa, acorde con las posibilidades de su edad.

Algunos, viven una vida intensa en casa, siendo cabezas del hogar, de facto, ante la temprana paternidad de los más jóvenes del hogar. Y aunque cada día el distrito trabaja más duro para bajar la tazas de embarazo adolescente, está claro que ante esa dura realidad, los adultos mayores tienen cada vez más contacto con la primera infancia (menores de hasta cinco años de edad), población clave para el futuro de cualquier sociedad.

Pero el papel de los adultos y adultas mayores, afortunadamente, ha ido más allá de ser ejes articuladores de sus familias y “padres” y “madres” sustitutos. En Barranquilla tenemos “abuelos emprendedores” que han llamado la atención del país, al punto de merecer comentarios en medios de comunicación masiva a nivel nacional. Esta realidad está muy relacionada con las Centros de Vida del Distrito, espacios que, con el apoyo de equipos especializados y de jóvenes con propósito, se encargan de inspirar, impulsar y potenciar a nuestros viejos, para que a su avanzada edad sigan cumpliendo sueños.

Porque no solo se trata de emprendimientos, las personas de la llamada tercera edad o “Edad de Oro” se reúnen en los distintos barrios de la ciudad a hacer arte, ejercicio, tertulia o simplemente a jugar, para hacer su vida no solo más productiva, sino simplemente más divertida.

Toda esta inversión en los adultos mayores es estratégica para la ciudad. En un mundo en el que cada vez vivimos más tiempo, resulta indispensable que, hasta donde sea posible, todos tengamos la posibilidad de realizarnos, de disfrutar del mundo y del tejido social. Todos y todas llegaremos algún día a la tercera edad, y ninguno de nosotros quiere que sea una etapa aburrida o triste. Por el contrario, de seguro, nuestro deseo es poderle brindar a nuestra gente toda la experiencia y conocimiento que hayamos reunido y pasarla bien con nuestros amigos.

Por eso, me siento muy orgullosa de lo que venimos haciendo por los 25 mil abuelos y abuelas de la ciudad: porque estoy convencida de que lo que realizamos por ellos y ellas, lo hacemos por nuestra sociedad entera, por nuestros niños y niñas y por nosotros mismos. Pues cada vez que un ciudadano o ciudadana vibra lo social, gana nuestro Distrito.

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