Karen Abudinen
Los cuatro fantásticos de la innovación ecológica, rumbo a Barcelona

Tal vez Clara, Jheicob, Andrés y Hollmann, cuatro estudiantes de décimo del IED Pies Descalzos, no tengan más súper poderes que las ganas de innovar y la esperanza de generar en las escuelas y colegios de Barranquilla, una mejor conciencia sobre la importancia del reciclaje para el medio ambiente.

Tal vez no hayan tenido que ir hasta el espacio exterior en una nave experimental, como en el popular cómic estadounidense, para que se despertara en ellos la inquietud por diseñar y construir lo que podría llegar a ser la primera caneca mecánica encargada de seleccionar y reciclar ¡automáticamente! los elementos orgánicos e inorgánicos que dejan 30 minutos de recreo.

Lo cierto es que estos cuatro pelaos barranquilleros lograron que la Fundación española la Caixa los invitara a exponer su emprendedora propuesta esta semana que inicia en la ciudad de Barcelona, el mejor lugar de España y de Europa para hacer ciencia de excelencia según un artículo publicado en la revista Nature sobre las capitales mundiales en investigación.

La historia de cómo cuatro muchachos llegaron a imaginar la posibilidad de crear una caneca capaz de reciclar, por si sola, parece sacada de una tira cómica. Pero dejemos que sea la estudiante Clara Bolaños quien lo haga.

De mi parte, quiero felicitar a la Fundación Pies Descalzos y al Colegio por el convenio que realizaron con la Fundación la Caxia para que los estudiantes de grado décimo se motivaran a innovar utilizando la tecnología a favor de la ecología.

También quiero felicitar a Clara, Jheicob, Andrés y Hollmann quienes viajan hoy domingo, primero de mayo, rumbo a Barcelona para presentar su proyecto y conocer cómo pueden pasar del plano a la realidad.

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Hola a todos,

Soy Clara Bolaños, estudiante de grado décimo del IED Pies Descalzos. Me han pedido que les cuente cómo nació nuestra caneca mecánica, Owtrashcan, una historia que me incomoda un poco. Ya sabrán porqué:

Una mañana de febrero de este año, durante el descanso, me dirigí a una de las canecas que hay en el patio del colegio. Había terminado de tomarme una gaseosa y quería botar el envase plástico.

El problema fue que la pila de basura que había en la caneca no aguantaba ni una bolita de papel. De todas formas, intenté tres veces dejarlo ahí con tan mala suerte que una seño se dio cuenta de mis fallidos intentos y me vi obligada a tener que empujar, con la mano, la basura para hacerle espacio a la botella.

Debo decir que la anécdota se hubiera quedado en la historia de una frustración anunciada sino hubiera sido por el proyecto EduCaixa. Estoy segura de que nunca me hubiera puesto a pensar en la posibilidad de crear una caneca porque somos 1.169 estudiantes y las canecas se llenan demasiado todos los días.

De hecho, ¡no se imaginan lo que fue meter la mano en el bote! Simplemente les confieso que tuve ganas de convertir la basura en polvo. Y así nació la idea de la caneca mecánica. Le conté mi experiencia a Jheicob, Andrés y Hollmann, y comenzamos a pensar en la forma de hacerla.

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Lo primero que quise incluirle a la caneca fue un sensor de movimiento en la tapa, para que las personas no tengan que tocarla al momento de botar la basura ¡Ya saben porque!

Luego, nos pusimos a pensar cómo dividir el interior de la caneca en dos partes: reciclable y no reciclable. Esta tarea la haría un segundo sensor capaz de detectar la textura del material que se deposita. La parte destinada al material orgánico tendría un triturador compuesto por engranajes que convierte los desperdicios en polvo ¡Es la parte que más me gusta y ya saben porque!

Para evitar que las toxinas que salen de la basura generen bacterias y malos olores, queremos instalar un atomizador con una sustancia especial para ello. Así mismo, la caneca tiene dos bolsas, una a cada lado, que se expanden a medida que aumenta el contenido. Un tercer sensor envía una señal al personal encargado de recoger las bolsas cuando estas estén llenas.

También hemos pensado en crear la caneca con material reciclable y trasparente, para que los niños puedan ver la forma como se recicla y así aprendan la importancia de seleccionar la basura en casa.

Cada caneca tendrá un mensaje que yo misma diseñé después de mi penosa experiencia en el patio del colegio. Es una especie de moraleja que dice así: “La caneca tiene hambre, el suelo no. Bota la basura en su lugar”.

Los cuatro estamos muy contentos de viajar a Barcelona, presentar nuestro proyecto, por ahora en planos; contar la historia, y conocer nuevas formas para hacer realidad nuestra caneca.

¡Gracias!
Clara Bolaños
IED Pies Descalzos

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