Karen Abudinen
Atravesar el mundo: un viaje más allá del Magdalena

Cuando era niña, recuerdo que mi mamá me leía por las noches. Cada noche vivíamos una aventura nueva, navegábamos desde la Puerta de Oro hacia lo desconocido: nuestro barco partía desde Barranquilla y nos llevaba a Castillos, tierras de gigantes, piratas o dragones. Esos viajes marcaron mi vida por completo; a medida que crecí, fui reconociendo el valor de los libros porque cada viaje significaba una nueva enseñanza, algo más por aprender y muchas preguntas por responder. Lo que se quedó conmigo de los libros, y que todavía llevo en mí, es la capacidad de viajar para respondernos preguntas; todo niño, como una esponja que está lista para recibir información nueva, merece que lo lleven de la mano a otros mundos, que le enseñen a hacerse preguntas y a buscar respuestas.

Siempre he soñado con que nuestros niños y niñas tengan las herramientas para volar, con que todos los colegios se embarquen en viajes para conocer el universo sin tener que dejar las arenas del Caribe. Una educación integral es, sin duda, aquella que contempla hábitos de lectura porque es desde ahí que podemos encontrar distintos caminos.

Desde que llegué a la Secretaría de Educación de Barranquilla, he tenido claro que quiero que toda mi familia educativa esté en el aula, que haya una pedagogía desde el cariño y el respeto, y que se fortalezcan hábitos de lectura que alimenten la imaginación, el pensamiento crítico y la capacidad reflexiva de los niños, llevándolos a hacerse preguntas. Fue entonces cuando surgió el programa “Atravesar el mundo, un viaje por la lectura y la escritura”.

Este programa ha tenido una acogida impresionante. Por medio de diversas técnicas como la danza contemporánea o las artes plásticas, los talleres de “Atravesar el mundo” han logrado generar conexiones entre los intereses personales de los profes y la pasión por leer y escribir. En total haremos 8 talleres, y es innegable que en los 2 que se han realizado hay pasión por lo que se hace, ganas de aprender y transmitir, y amor por las letras.

Estos resultados, desde el trabajo de lectura y escritura con los profes, han dado fruto en las aulas porque es allí donde se empieza a explorar. Los docentes de distintas materias como español, sociales y matemáticas se han conectado con las letras a tal punto que la experiencia en clase se vive de forma distinta.

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¿Y los estudiantes?

Los pelaos son lo que más me ha emocionado porque cuando veo su alegría al coger un libro, revivo mi infancia, recuerdo cuando era una niña y disfrutaba viajar a todo lado con la compañía de mi mamá. Yo sé, cuando miro a estos niños a los ojos, que estamos logrando grandes cosas.

Yo creo que la literatura puede serlo todo, leer es importante porque así los niños descubren otras formas de hacer las cosas, de vivir la vida, de reconocerse y reconocer al otro. En la vida hay muchas posibilidades para elegir un destino y los libros también permiten que, desde pequeños, seamos conscientes de que afuera hay muchos mundos que conviven con el nuestro, hay otros presentes y otras vidas que no necesariamente son como lo que vivimos, pero vale la pena conocer.

Fue muy curioso planear el proyecto de “Atravesar el mundo” como un viaje, porque ahí estaba lo que yo sentí durante mi infancia cuando leía con mi mamá. Cuando un niño abre un libro, el tiempo se suspende y así el mundo de cada uno se enriquece.

Vamos todos: profes, padres, madres, hermanos, abuelos, adultos cuidadores, a enriquecer nuestro mundo, vamos a conocer otros mares además del Caribe, vamos a navegar por ríos como el Nevá después de atravesar el Magdalena. No tengan miedo de agarrar un libro y láncense al mundo: viajemos juntos.

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